sábado, 21 de agosto de 2010

yo

Lionel Andrés Messi, conocido también como Leo Messi[2] (nacido en Rosario, Argentina, 24 de junio de 1987), es un futbolista argentino, nacionalizado español,[1] que actualmente juega en la Primera División de España con el Fútbol Club Barcelona, además de en la selección de su país. En la actualidad, se le considera el mejor jugador del mundo,[3] [4] [5] [6] [7] [8] razón por la cual ha recibido el Balón de Oro y el premio al Mejor Jugador del Mundo de la FIFA, [9] [10] [11] a sus 21 y 22 años, respectivamente, ambos trofeos. De igual forma, como mejor jugador del mundo contemporáneo.[12] Su habilidad y estilo de juego lo han comparado a la leyenda del fútbol Diego Armando Maradona, que declaró al mismo Messi como su «sucesor».[13] [14] [15] De igual forma, muchos medios le sitúan ya entre los seis mejores de la historia junto con Pelé, Diego Maradona, Johan Cruyff, Alfredo di Stéfano y Zinedine Zidane.[16] [17] Es además uno de los diez goleadores históricos del FC Barcelona.

Leo Messi comenzó a jugar al fútbol a una edad joven y su potencial fue rápidamente identificado por el FC Barcelona. Dejó Rosario -mientras militaba en el Club Atlético Newell's Old Boys- y se trasladó a Europa junto con su familia, donde el Barcelona le ofreció pagar los gastos de su enfermedad hormonal (900 dólares por mes). Realizó su debut en la temporada 2004-2005, donde rompió el récord por ser el jugador más joven en jugar un partido de liga (16 años), y también por ser el más joven en marcar un gol. Grandes honores siguieron pronto cuando el FC Barcelona ganó la Liga en la temporada del debut de Messi, realizando un Doblete ganando también la Liga de Campeones de la UEFA en 2006. Su gran avance fue en la temporada 2006-2007: pasó a formar parte del cuadro titular, marcó una tripleta en El Clásico contra el Real Madrid finalizando con 14 goles en 26 partidos disputados. Su primera gran temporada fue la 2008-2009, en la que Messi anotó 38 goles y ganó el triplete.

Messi fue el máximo goleador con seis goles, incluyendo dos en la final de la Copa Mundial de Fútbol Juvenil de 2005. Poco después, se convirtió en un miembro establecido internacional de Argentina. En 2006 llegó a ser el jugador más joven de la Selección Argentina en asistir a una Copa Mundial de Fútbol y ganando el subcampeonato en la Copa América el año siguiente. En 2008, en los Juegos Olímpicos de Beijing, ganó su primer honor internacional, una medalla de oro, con la Selección de fútbol de Argentina.

la sinseridad

La sinceridad es la capacidad de ser verdadero y único, es la ciencia de la anti-política, mostrarse tal como uno es, decir la verdad, aquí no estamos hablando de mentir o no mentir, no por decir mentiras piadosas o mentir de vez en cuando vas a ser alguien insincero, alguien que suelta mentirijillas piadosas de vez en cuando es 100 veces más sincero que alguien que dice una cosa, hace otra cosa y piensa otra cosa bien distinta, que os aseguro que no es algo tan raro y es que la gente no dice siempre lo que piensa, hablan impulsados por su ego.

Cuando hablamos con alguien primero hablamos con su orgullo y ego, este nos responderá y si conseguimos saltarlo llegaremos a hablar con la persona. Por ejemplo, si vamos a un amigo y le contamos lo bien que nos va, aunque él este en el paro, sin trabajo su orgullo se negará a decirnos lo mal que le va ni a preguntarnos si podemos ayudarle a buscar trabajo y su ego, además, comenzará a hablar de lo bien que le va y cuanto dinero gana aunque quede muy sospechoso que quiera ir a cenar a un lugar de bocadillos a 4 euros.
La sinceridad es lo que te hace auténtico

Personalmente aguanto poco a dos tipos de personas: los que hablan de cosas que no saben y dan consejos muy erróneos (este es un arte que muchos practican) o los que mienten y se crean una falsa imagen de si mismos. Hace un tiempo hablé de mi amigo el cutre, esta persona predica con el ejemplo de hablar de cosas que no sabe y crearse una falsa imagen de si mismo, tal exagerado es su comportamiento que todos los que éramos sus amigos de la infancia ya no le queremos ver el pelo.

Se acaba pillando antes a un cojo que a un mentiroso y por muy tonto que uno sea más tarde o más temprano se terminará dando cuenta de las mentiras. Si tú vas un amigo que miente constantemente y es un insincero al cabo de 2 años lo habrás calado bien y al cabo de 5 probablemente ya ni te juntes con él, a nadie le gusta que le mientan constantemente porque las personas mentirosas son poco fiables, te pueden decir que quedarán contigo y que harán “x” cosa por ti para quedar bien y luego te dejan tirado.

La sinceridad es como un carnet exclusivo que al mostrarlo hace que los demás sientan seguridad a tu lado y confíen 100% en ti, para conseguir el carnet de sinceridad tendrás que ganártelo siendo congruente con tus palabras y tus actos. Eso de decir que odias “x” libro, que jamás te lo comprarías y que luego no solo lo encuentren en tu casa, sino todos los libros del autor eso te resta y casi anula el carnet de sinceridad.

el orden

Tener orden no es cosa de poca importancia, ni asunto pequeño. Es una de las virtudes más preciosas para el buen equilibrio de la vida individual y para la buena armonía de la vida común.

Nuestras hijas, necesitarán grandemente, durante toda su vida, tener orden, sobre todo cuando a su vez sean amas de casa, esposas o mamás. Pero es en la edad en que los hábitos se forman cuando es preciso desenvolver en ella esta disciplina.

El orden será también necesario a nuestros muchachos, porque en todas las profesiones aquel que tiene orden es clasificado mejor que el que no lo tiene. Asimismo, es cierto que el desorden incorregible constituye una verdadera contraindicación.

El orden es un medio de desarrollan en nuestros hijos el dominio de sí mismos, y en cierto sentido el espíritu de sacrificio, obligándolo a luchar contra el abandono y la negligencia.

Es una verdad, comprobada por la experiencia, que el orden exterior hace la vida más agradable. Alivia la memoria, permitiendo encontrar sin esfuerzo las cosas en su sitio. Facilita la calma, suprimiendo esas causas de enervamiento y fatiga que constituye el desorden. Hace ganar tiempo, pues permite obrar con seguridad para encontrar aquello que se necesita. Facilita el respeto al bien común y el sentido social, porque nada perjudica tanto la buena armonía y mutua ayuda como el no volver a su lugar los objetos útiles pertenecientes a la comunidad familiar. El orden asegura también la exactitud, y la exactitud es a la vez una de las formas más preciosas del orden y la cortesía.

Para despertar el amor al orden en los niños es preciso destacar cada vez que se presente la ocasión lo agradable y práctico que es poder encontrar los objetos a ojos cerrados (hasta se puede hacer, en base a esto, un juego con preparación o improvisado). Debemos mostrarle las pequeñas ventajas de tener sus objetos personales bien ordenados en su armario, en su carpeta, en su caja de escritura, su cartera o sus bolsos.

Es fácil habituar a los niños a colocar sus cosas en el mismo sitio y de la misma manera, con la condición de que los padres respeten la colocación hecha por sus hijos.

Poner a los niños en guardia contra el orden que podríamos llamar hipócrita; por ejemplo, la mesa bien ordenada y los cajones embarullados.

"Colocar aquello que se acaba de utilizar inmediatamente en su verdadero lugar que es cosa para lo cual se es más o menos apto por temperamento; pero es uno de los fines esenciales de la educación hacerlo adquirir a los niños" (A. Rèdier)

"Que la madre dé a su hijo posibilidad y tiempo para colocar sus cosas, que se sujete ella misma de volver los objetos a su lugar, y todo se ordenará de prisa. A mamás ordenadas, niños ordenados." (R. Cousinet)

La señora Montessori ha notado que hacia los tres años hay un período sensible, es decir, una época particularmente favorable para la adquisición del orden. Este dato es exacto y son muchos los padres que lo han comprobado. Si se espera demasiado tiempo para crear en el niño el hábito del orden, se corre el riesgo de no conseguirlo nunca.

Hacia los nueve o diez años debe confirmarse el hábito del orden con el de la exactitud. A esta edad debe acostumbrarse al niño a organizar su trabajo y a su tiempo, a prever también la sucesión de sus ocupaciones por un par de horas, después para una media jornada.

Todo niño, cuando regresa de clase, debería poder establecer, antes de ponerse a trabajar, su hora de previsión: escritos que deba hacer, lecciones que tiene que aprender, libros que leer, etc.; indicar para cada operación un lapso razonable que se le concede y especificar el orden de ejecución.

No se trata, ciertamente de mecanizar al niño, sino de ayudar a conseguir la producción máxima en las horas de que dispone. Esto le proporcionará un inmenso servicio para después pues el porvenir pertenece no a los grandes trabajadores agobiados siempre, sino a los hombres bien organizados que saben obtener más efecto con menos esfuerzo y administrar los períodos de reposo en vista a un mayor rendimiento.